21 noviembre 2004

El Jardín de las Delicias

Alí-Nur había visto en Bassra hermosos jardines, pero no había ni soñado con uno parecido a aquél. Formaban la entrada principal magníficos arcos superpuestos, de un efecto grandioso y la cubrían unas parras que dejaban colgar espléndidos racimos, rojos unos como rubíes, negros otros como el ébano. Arboles frutales doblados al peso de la fruta madura sombreaban aquella avenida. Cantaban los pájaros en las ramas sus alegres motivos: el ruiseñor modulaba melodías; la tórtola entonaba su lamento de amor; el mirlo silbaba como un hombre; el palomo arrullaba como un embriagado con licores fuertes. Cada frutal estaba representado por sus dos especies mejores: había albaricoques de almendra dulce y amarga; había sabrosos frutales del Khorasán: ciruelos cuyos frutos tenían el color de labios hermosos; mirabeles de dulce encanto; higos rojos, blancos y verdes, de aspecto admirable. Las flores eran como perlas de coral; las rosas aparecían más bellas que las mejillas de una mujer hermosa; las violetas recordaban la llama del azufre. Había flores blancas de arrayán, alelíes, alhucemas y anémonas, cuyas corolas se cubrían con una diadema de lágrimas de nubes. Las manzanillas sonreían mostrando todos sus dientes, y los narcisos miraban a las rosas con hondos y negros ojos. La cidra redonda parecía una copa sin asa y sin cuello; los limones colgaban como bolas de oro. Flores de todos los colores alfombraban la tierra; la primavera reinaba en los planteles y en los bosquecillos: los fecundos ríos crecían, rodaban los manantiales, y cantaba la brisa como una flauta, contestándoles suavemente el céfiro, y esta canción del aire armonizaba toda aquella alegría.

Así entraron Alí-Nur y Dulce-Amiga con el jeque Ibrahim en el Jardín de las Delicias.

14 noviembre 2004

Caminando

Buenos deseos. Si tuviera que desear algo bueno a alguien, le desearía que pudiera caminar bajo un techo de árboles en una calle de amplias veredas; caminar en otoño sobre banquetas acolchadas de hojas secas que crujen bajo las pisadas; caminar por un parque centenario a orillas de un lago con patos; caminar entre olores de plantas aromáticas y condimentos en un mercado; caminar entre niños que salen de la escuela; caminar entre bandadas de palomas que se echan a volar. Si tuviera que desear algo bueno, desearía que todos pudiéramos caminar descubriendo un poco más de lo que somos y de lo que tenemos en nuestras calles, la historia en la parte alta de los edificios, adentro de los mercados, entre la gente que espera el taxi o el autobús, entre la gente común, la gente que camina.

Pizza, pizza, pizza tru, la, la

Quién sabe cómo, pero la pizza se las ingenia para introducirse en mi organismo más veces de lo que yo preferiría que lo hiciera... o más bie de lo que sería saludable. En una semana puedo comer dos o tres pizzas enteras y no es algo que uno pueda andar divulgando como un logro personal, pero bueno.. es más publicidad para la pizza, más queso derretido encima, más salsita roja chorréndome en los dedos, más chilito.. mmm. tengo anchoas en el refri.. qué bueno se está poniendo esto... Sueño... sueño... mmmm...

06 noviembre 2004

No tan ego

¡Qué bueno que ames mis defectos porque estoy lleno de ellos!