Si, ya me lo habían dicho: " la felicidad no dura para siempre, no es eterna". Sí, lo sé, eso está claro; pero ¿cuánto dura?, ¿de qué depende?
No es que no me sienta feliz, bueno, ni tanto... estoy en paz, sí; feliz no, pero en paz, que ya es mucho decir. Pero hoy, me asaltó de repente la pregunta, y no lo puedo asociar a algo que estuviera haciendo. Estaba, cuchillo en mano, cortando rebanadas de tomate.
¿Cuánto dura la felicidad?, me pregunté de repente y pensé en mis hermanos, en mis viejos, en toda, toda mi familia, desde los más viejos, hasta los llegados hace muy poco y... ¡qué pocas muestras de felicidad! ¡De cuan poca felicidad disfruto yo desde hace tiempo! Repito, no es autocompasión, es una simple incertidumbre por ese estado del cuerpo, de la mente y del espíritu en que todo, todo tiene sentido de ser, un buen sentido... Es decir, soy feliz y mañana cuando me levante voy a seguir siendo feliz, ¡voy a ser feliz eternamente! Pero, ¡paf! llega la vida y te muestra que tal vez todo sea un punto de vista, porque las cosas pueden no cambiar del todo, tal vez con un simple giro, una sola vuelta en las tuercas, y ya no se siente esa holgura tan disfrutable.
Podría ser feliz en un concierto de Café Tacuba con mis amigos de allá y de acá; podría ser feliz escribiendo un texto y viendo la expresión de quien lo lee; podría ser feliz andando en bicicleta por la orilla del dique Campo Alegre, pescando una mojarra o algo por el estilo; podría ser feliz junto a una mujer... pero ¿cuánto dura?, ¿cómo puedo decir aquí comenzó y aquí terminó?, ¿cómo puedo decir "se está acabando, voy por más"?, ¿cómo puedo decir " la veo venir"?
Que venga pues, que la estoy esperando, y que me espere, que la he ido a buscar.