22 septiembre 2005

Mar Adentro

(Anoche volví a llorar)

Mar adentro, mar adentro,
y en la ingravidez del fondo
donde se cumplen los sueños,
se juntan dos voluntades
para cumplir un deseo.

Un beso enciende la vida
con un relámpago y un trueno,
y en una metamorfosis
mi cuerpo no es ya mi cuerpo;
es como penetrar al centro del universo:

El abrazo más pueril,
y el más puro de los besos,
hasta vernos reducidos
en un único deseo:

Tu mirada y mi mirada
como un eco repitiendo, sin palabras:
más adentro, más adentro,
hasta el más allá del todo
por la sangre y por los huesos.

Pero me despierto siempre
y siempre quiero estar muerto
para seguir con mi boca
enredada en tus cabellos.

Ramón Sampedro

21 septiembre 2005

Yo, pordiosero

Y me llaman a mí pordiosero, mendigo; son ellos los que mendigan atención, los que se exponen como en la góndola de un supermercado, sentadotes ahí, uno al lado del otro como paquetitos en los asientos del autobús. Y tienen el descaro de alejarse unos centímetros hacia la ventanilla cuando les estiro la mano, o quitando la suya cuando les acerco el papelito: Una limosna por lo que más quiera que soy huérfano y sordomudo. No espero que se traguen el cuento, para mí esto es un trabajo y cada día vengo con el humor con que se me hinche un huevo a dedicarle más horas de las que ellos les dedican al suyo. Desde que me levanto ya ando pidiendo; le pido primero a Dios que hoy junte suficiente para el camión, las tortillas y los huevos; le pido raite a los choferes, y empiezo a pedir por oficio o por vocación a todo el que se me cruza: que un cigarro a los morros de la escuela, que ahí lo que le sobre a la doña de los tacos. Me vale. Yo pido, ése es mi trabajo y hasta ahora no me ha ido mal. No soy ambicioso ni inconformista, no puedo darme ese lujo. Tampoco discrimino; yo pido, y el que me quiera dar que me dé, total, que no se hagan, si cuando me acerco ya saben a qué vengo (vestido así no voy a andar vendiendo libros). Vengo a pedir y soy el mejor haciendo esto, porque no me acerco para dar lástima. Yo no doy nada, ni las gracias doy, para eso la hago de sordomudo. Que dé lástima la vieja esa de la pata hinchada como elefante, que dé lástima el rengo Cruz con sus muletas. Yo soy de otra clase, no tengo que rogarle a nadie, les pongo el papelito sobre las rodillas y espero mirando hacia otro lado, y dejo pasar tres segundos, que es tiempo suficiente para que alguien decida o haya decidido ya darme una moneda o ignorarme. Aún dándome sus monedas me ignoran, estiran la mano como muñecos mirando para cualquier lado sin haber siquiera leído el puto papel. ¿Qué tengo que andar rogando entonces? Es una apuesta; son como las maquinitas del casino, les jalo del brazo y a veces me dan y a veces no, ¡qué voy a andar rogando! Cuando se bajen del autobús van a ser ellos los que rueguen. Ellos sí que van a mendigar sin ningún pinche orgullo que su jefe les aumente una puta moneda, que su vieja se calle de una chingada vez, y van a rogar poder hacerse los sordos mientras los demás no dejan de pedir y pedir. Ahí están todos en filita, acomodaditos, ignorándome como a un pinche bicho sin leer el papelito que hoy dice “no sabes la suerte que tengo de no ser como eres tú”.

18 septiembre 2005

Ya no

Ya no te encuentro en la tos del humo;
en la bilis de mis resacas.
Ya no estás en las visiones eréctiles;
ya no eres el sueño,
ni la angustia de no dormir.

Te fuiste de mis fiebres.
No hueles más en mi aliento.
Ya no te sudo,
ni me creces en los vellos
de este vientre blanco.

Ya no muerdo los rasguños que te di.
Ya no te veo en cada una de ellas.

Pero te escribo.

Y al escribirte,
te exhalo con el humo, te expulso en mi bilis.
Te eyaculo.
Te duermo en un sueño ajeno.
Me desinfecto de ti.
Me enjuago la boca que te besó.
Me pongo a nuevo.
Adelgazo de ti.
Y hoy rasguño pieles que no son la tuya.

Pero te escribo.

09 septiembre 2005

Chocolate caliente y un temblor

Así es, mi querida Claudia... Aunque esto es sólo un ejercicio, con frecuencia se torna también en un compromiso; un compromiso con uno mismo y, desde luego, con aquellos que como tú, pasan de vez en cuando a ver qué hay de nuevo fuera y dentro del corazón y la cabeza de este vato que quiere escribir de mucho y de un poco de lo que le pasa. Gracias por alentarme a hacerlo.

El chocolate aquella noche estuvo... te diría... "estimulante"; la compañía ¿qué decir de la agradable compañía?

Hoy, recordando el momento, vuelve el sabor que invade el ambiente y los momentos de euforia de la plática vanal y los de calma de la confesión descomprometida. Chocolate Azteca, para sentirme más mexicano de lo que me siento, más naturalizado en esta tierra tuya de calor acogedor, de poca agua buena, de temblores a ras del piso y a ras del alma. Ese temblor que nos sorprendió me pareció a mí como un deseo externado de la tierra por un sorbo de chocolate para unirse a la plática. Por eso te dije que "me pareció tan bonito".

¿Sabes?, de donde yo vengo viene también un ritual folclórico, de convidar a la Pachamama (Madre Tierra) de lo que uno consume, de lo que obtiene de ella. Así, en las tertulias, en las comidas y en las fiestas, echas a la Tierra un trago de vino, un acullico de coca (después te explico qué es eso)... Así te haces uno con tu madre que te da un suelo para plantar tu casa, para comer, para trazar un camino hacia la gente que te hace bien.

Hoy volví a escuchar la grabación de un programa que hice hace un par de años. Ahí hablaba del chocolate caliente como un estímulo y fue sin querer, en esta semana de dulces encuentros, el encontrarme con este relato mío sobre Giacommo Casanova gozando de una agradable compañía y de los canales de Venecia hechos un flujo de agua y vapor de chocolate.

Gracias por la noche. Gracias por el temblor. Gracias por estar ahí en este momento.

03 septiembre 2005

¿Qué carajo sabemos nosotros?

¿Qué tenemos asumido como bueno y malo? ¿Qué es la felicidad?, ¿la autoaceptación? ¿Qué es el amor? ¿Quién es Dios?

Todo esto parece tener una respuesta, o mejor dicho un camino hacia una respuesta, en la física y la mecánica cuántica. Lo acabo de ver y descubrir en un extrordinario documental/película http://www.imdb.com/title/tt0399877/

Hiper recomendable para los que de verdad no estamos creyendo en un carajo o los que sí creen en algo. Bueno, la peli pone todo sobre juicio, pero no en un plan acusador, sino en un plan de abrirte los ojos hacia algo nuevo (y a la vez tan viejo como nosotros) científicamente comprobable. Es un camino, una forma de empezar a entender todo lo que somos, lo que hacemos, lo que nos hacemos, en lo que nos convertimos, lo que deseamos y lo que podemos llegar a ser.

"Pedirle al hombre que defina a Dios es como pedirle a un pez que defina el agua en la que nada", dice uno de los científicos que van fundamentando cada una de las dramatizaciones de las vidas de todos nosotros. Me pareció algo extraordinariamente gráfico.

La ancestral idea del Dios omnipotente del premio y el castigo se evapora, se vuelve obsoleta ante la evidencia científica.

No somos nada y a la vez lo somos todo. Somos uno solo con el poder de modificarlo todo. Somos Dios. Somos materia y somos esencia. Una relevantísima pizca de nada en un universo vacío, pero lleno de nosotros, de lo que somos.

Un pensamiento desata tormentas infinitamente más grandes que un huracán, pero sólo visibles bajo microscopios elctrónicos ultrasensibles.

El poder de un pensamiento puede cambiarnos a nosotros mismos y cambiarlo todo si nos aceptamos, si aprendemos bioquímicamente a aceptarnos como parte de un todo, como una milésima parte un átomo capaz de ser el universo entero.

Una película para ver en los momentos de bajón y también en los momentos de euforia. Definitivamente tal vez no la película para ir a ver con una cita, pero de todas maneras, ¿qué más lindo puede haber que compartir con alguien un haz de luz aquí en la oscuridad en que vivimos?