
"Todo es tan raro, Rocamadour, por ejemplo me gusta decir tu nombre y escribirlo, cada vez me parece que te toco la punta de la nariz y que te reís, en cambio madame Irène no te llama nunca por tu nombre, dice
l'enfant, fíjate, ni siquiera dice
le gosse, dice
l'enfant,
es como si se pusiera guantes de goma para hablar, a lo mejor los tiene puestos y por eso mete las manos en los bolsillos y dice que sos tan bueno y tan bonito".
Fragmento del capítulo 68 de "Rayuela", por Julio Cortázar